1. Porque así son las nubes: seducen, acarician a las montañas; se entrelazan con los árboles, los envuelven entre brumas, entre promesas y después los dejan. Se deslizan sin temor pues se han enamorado del viento. Sí, así son ellas, se disuelven sin dejar huella, más aparecen de nuevo entre las montañas, como escondiéndose, como anunciando secretos. A veces, se ponen felices, se visten de fiesta y se pintan de rosa, de amarillo, mientras el sol se esconde en el inframundo; mientras la luna se enciende de blanco, mientras empiezo sentir frío.

2. Hace un par de semanas me encontré con una nota periodística: La cobertura nubosa de la Tierra se está reduciendo rápidamente, lo que contribuye a las temperaturas récord que se vienen registrando en todo el mundo… Predecir con mayor precisión dónde se forman las nubes y cuánta luz solar reflejan será fundamental para anticipar la velocidad y la magnitud del calentamiento futuro (Christian Jakob).

El científico alemán tendría que echar un vistazo a los conocimientos no-occidentales de Mesoamérica y no requeriría predecir nada pues en realidad las nubes nacen en las montañas, solo que nos hemos dedicado a destruirlas.

3. Por cuestiones de trabajo visité la cabecera municipal de Xalatlaco, el pueblo está custodiado por un hermoso cerro, al que, tristemente le falta un pedazo, como si la modernidad le hubiera mordido un trozo para convertirlo en mina.

Así, a cada paso nos encontramos con cerros/montañas invadidas por grandes tuneladoras, perforadas, dinamitadas… vencidas… explotadas a cielo abierto por grandes mineras como la San Xavier, compañía que acabó con uno de los cerros más icónicos de San Luis Potosí, Cerro de San Pedro. El daño socioambiental es irreversible.

Las nubes se pierden y las temperaturas aumentan vertiginosamente, pareciera que nadie defiende a las montañas, pero no es así: Jùba Wajìn es un pueblo de la nación Me´phaa que se enfrentó a las grandes mineras que pretendían explotar sus montañas a cielo abierto. Los gobiernos estatal y federal habían otorgado la concesión del territorio a grandes mineras haciendo a un lado a sus verdaderos dueños: los Me´phaa, Na´ Savi y Nauas de la Montaña Guerrerense. Las diferentes instancias de gobierno violaron el Convenio 169 de la OIT al no consultar a los pueblos indígenas sobre los proyectos mineros y no respetar sus territorios. En 2018, Jùba Wajìn gana el litigio y las mineras se retiran, logrando así defender la montaña. Por desgracia, existen aproximadamente 38 concesiones sin consulta y la ley minera en México que permite el despojo sigue vigente. Pocos, como Jùba Wajìn se atreven a defender su territorio.

Para el pueblo Jùba Wajìn defender su montaña fue importante ya que de ella emanan las nubes, la lluvia... la vida; a ella van cuando hay que pedir, cuando hay que agradecer; a ella hay que alimentarla con tamales… con el sacrificio de animales y con danzas. La relación que los pueblos indígenas de Guerrero tienen con la montaña es un continuo de la cosmovisión mesoamericana.

Como lo cuenta el Popol Wuj: lo primero que crearon los dioses fueron las montañas y a ellas hay que protegerlas, venerarlas, alimentarlas y sostenerlas porque de ellas depende la vida, porque en ellas habitan las semilla-corazón de todo aquello que pertenece al mundo. Cada una de las montañas y los cerros son la imagen y semejanza del Tlalocan y el Tamoanchan, sitios de origen y destino. El poder de la tierra y del agua se manifiestan en el seno de las montañas.

El carácter sagrado de las Montañas no se “reduce” a ser las contenedoras de la vida; sus cuevas, bosques y senderos nos conectan con la vida-muerte; las montañas son el Axis Mundi del pensamiento mesoamericano.

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