Hace poco se conmemoró el Día Internacional de los Museos y, acá una reflexión oquetziana sobre el tema: En noviembre de 2022, el Museo etnográfico Rautenstrauch Joest (Colonia, Alemania) anunció que devolvería a Nigeria 92 de los Bronces de Benín que se encontraban bajo su “resguardo”. A su vez, el Museo Británico informó a los medios que restituiría, a la misma Nigeria, tan solo 72 piezas de las 5 mil que posee, resultado de los saqueos perpetrados en el siglo XIX al reino de Benín. Por otro lado, el Ethonologisches Museum Berlin entregó al gobierno de Namibia una serie de piezas que por muchos años estuvieron expuestas en este museo berlinés y que llegaron a territorio alemán debido a su pasado colonialista. Incluso, el gobierno de Nueva York devolvió a México el Monumento 9 de Chalcatzingo.

Pareciera que algunos países tratan de resarcir los daños provocados por el colonialismo, es importante mencionar que el mismo British Museum retiró la estatua de su fundador, Sir Hans Sloane, debido a su pasado esclavista, pero ¿qué sucede con los museos en México? ¿También son la derivación de una suerte de colonialismo? Echemos un vistazo.

Hace tiempo viajé a la ciudad de Xalapa y la parada obligada de esos días vacacionales fue su Museo de Antropología, mejor conocido como MAX; resulta indispensable mencionar que es el segundo más grande de América Latina sobre el tema. Sí, lo adivinaron, el primero en su tipo es el Museo Nacional de Antropología de la CdMx. Regresemos a mi visita museográfica veracruzana: el MAX es majestuoso, lleno de luz, pero mi recorrido textual no se centrará en las famosas cabezas olmecas o la Estela de la Mojarra o la magnífica reproducción de la pintura mural de “Las Higueras” o la fascinante efigie de “El señor de Ozuluama”, ni mucho menos en el Señor de las Limas, pero, la historia de las piezas mencionadas seguramente cuenta un pasado similar a la escultura huasteca: “Dos Lagarto”.

La pieza no forma parte del “atractivo” del museo, mide 133 cm de altura por 20 cm de largo y 72 cm de ancho. Lo que llama la atención, con respecto a otras, es que se expone junto con un video elaborado por la Universidad Veracruzana. En diez minutos se explica que “Dos Lagarto” fue hallado en Cuilotitla, región de Chicontepec y, que entre los pobladores era llamado Chicomexochitl y que desde los años 40 del siglo pasado se tenía noticias de que la escultura era objeto de veneración durante las ceremonias ligadas a los rituales del maíz, y que el presidente municipal decidió entregar la pieza a investigadores y que desde 1960 es exhibida en el MAX.

Miré el video, me quedé meditabunda, comparto aquí algunas reflexiones veracruzanohuastecas decoloniales:

  1. No, la pieza no fue hallada, fue sacada-arrebatada de una comunidad que le rendía culto; de un espacio donde era el eje de los rituales de fertilidad. Pertenecía al sistema sagrado de un grupo social.
  2. El nombre dado por los pobladores de Cuilotitla, Chicomexochitl, fue modificado por los “investigadores”: “Dos Lagarto”.

En tan solo estos dos puntos nos percatamos de que existía una continuidad cultural que fue rota por un ente ajeno: el presidente municipal, con el objetivo de que se “estudiará”. Tan no se escuchó a la comunidad que le cambiaron el nombre. Con este ejemplo, que espero haber explicado adecuadamente, notamos que el colonialismo, mejor dicho, autocolonialismo que se vive en nuestro país es real, que las naciones originarias y sus dinámicas socioculturales no son importantes y mejor las colocamos en un museo, museo que nos da la idea de que todo lo expuesto ahí ha dejado de tener significación para un grupo social.

Me puse a pensar que, si los museos europeos están regresando las piezas a sus lugares de origen, por qué no lo hacía también el MAX y que, en lugar de la escultura de Chicomexochitl, nos encontráramos con un video explicando la función que tiene esta deidad dentro de la dinámica de Cuilotitla.

Y sí, lo adivinaron correctamente, el Museo Nacional de Antropología de la CdMx está lleno de estas historias nacionalistas, centralistas y autocolonialistas y para muestra basta un botón:

El monolito de ¿Tlaloc? es, quizá, la pieza menos visitada del MNA pues se encuentra relativamente lejos de la entrada principal.

Dicho monolito pertenecía al pueblo de San Miguel Coatlinchan, localizado en Texcoco, Estado de México. La escultura fue arrebatada a la población, población que nunca estuvo de acuerdo con que se la llevaran, no firmaron un papel de consentimiento, sin embargo, el gobierno federal la expropió con el argumento llamado Patrimonio Nacional. En Coatlinchan se afirma que en realidad la figura de Tlaloc sigue en el pueblo. Entonces, ¿a quién vemos en la explanada? Es la figura de Chalchiutlicue, diosa de las aguas terrestres, con quien nos encontramos. Más el nombre que recibe en su tierra natal es “Piedra de los Tecomates”. Así, como en el Museo de Xalapa, nos topamos con una imposición académica y gubernamental por sobre las dinámicas de los pueblos.

Nos falta mucho camino por recorrer, reflexionar y analizar sobre nuestras raíces y nuestro presente. Que nuestros pasos se encuentren pronto.

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