La Universidad Autónoma del Estado de México se ha empantanado en un conflicto que pareciera no tener expectativas de resolverse. No obstante, la reflexión detallada muestra importantes avances que debieran ser considerados por las partes para reconocer que, a estas alturas, lo más apremiante es definir compromisos, liberar los espacios y dar paso a un nuevo liderazgo institucional.

Se debe empezar por reconocer al estudiantado, su movimiento ha sido exitoso. Lograron cosas impensables hace seis meses. Mostraron su molestia y desacuerdo con una lógica inercial y con prácticas anquilosadas. Exigieron renuncias y las obtuvieron. Han demandado una participación real de la comunidad, incluyendo centros universitarios y unidades académicas, y también estarían por obtenerlo una vez que sea aprobado por el Consejo Universitario. Finalmente, la no criminalización del movimiento estudiantil es algo que, social, institucional y colectivamente es respaldado y debe ser respetado por la autoridad universitaria.

Por la parte institucional, distintos procesos administrativos, académicos y educativos han continuado, pero no podrán avanzar más sin una definición pronta de quien será su nueva rectora. La comunidad universitaria debe ir, apremiantemente, al proceso electivo en los próximos días y mostrar su madurez, su capacidad de dirimir sus diferencias, pero también reflejar inclusión, apertura y una perspectiva de progresismo acorde a la realidad actual. Para lograr lo anterior, propongo tres elementos indispensables para el nuevo liderazgo universitario.

I. Construcción de conciliación y concordia. La Universidad requiere un perfil que escuche y que pueda dialogar con todos los sectores y espacios de la institución. Que conozca y la conozcan en la institución; con trayectoria y probidad. Sin improvisación ni que perciba a la institución como una extensión de su carrera política.

II. Confianza, credibilidad y consensos. Para poder establecer rutas de reconstrucción, se debe contar con una base sólida de seriedad y madurez. No es momento de falsas expectativas ni de discursos políticos. La Universidad debe encontrar un perfil que, sin apasionamientos, dé certeza y ponga en el centro de la acción universitaria a lo más importante, las personas.

III. Compromiso, capacidad y cambios. No sólo es cuestión de lograr acuerdos, se necesita experiencia y capacidad para hacerlos tangibles. No es momento de discursos vacíos, ni de ataques desesperados, es urgente un perfil que conozca y sepa cómo hacer que las cosas sucedan; que consolide y afiance el cambio y la transformación que se ha iniciado en la autónoma mexiquense.

La UAEMéx es una institución de gran valía y respaldo social. Alargar, aún más, la incertidumbre, sólo redundará en una marginación y afectación a la generación de conocimiento y la formación de las juventudes. Como sociedad, no podemos darnos ese lujo. Llegó la hora, es momento de avanzar.

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