En momentos de confusión resulta relevante retornar a elementos básicos y fundamentales para intentar encontrar respuestas. El laberinto del minotauro es una de las historias más referenciadas de la mitología griega. Ha sido analizado, interpretado y revisado innumerables veces por el poder explicativo que contiene. En la búsqueda de soluciones a problemáticas autogeneradas, Dédalo y Pasífae, construyen el mítico laberinto para encerrar al minotauro, criatura mitad hombre y mitad toro.
De manera extremadamente resumida, el mito se basa en la historia de Teseo, quien, para evitar que se repitiera la historia donde el Minotauro devoraba jóvenes atenienses que de manera continua eran arrojados al laberinto para calmar la furia salvaje del mencionado esperpento, decide internarse para terminar con dicha criatura. Teseo se enfrenta a la bestia mitológica y le derrota, ante lo cual encuentra la salida de una manera sencilla, pero ingeniosa: el hilo de Adriana. Este relato arroja interesantes reflexiones, planteo algunos elementos para el análisis:
I. Regresar al origen. El laberinto de los problemas se agrava entre confusiones, complejidades y dificultades que se acumulan mientras el tiempo pasa. Es por ello que la salida de esta situación requiere retirar el ruido existente en el entorno y focalizarse en un solo objetivo: regresar al punto de inicio del laberinto. Dónde se originó, quién lo provocó, cuál fue el detonador y las motivaciones originales, son cuestionamientos que en medio de la confusión no debieran perderse de vista.
II. Cómo llegamos al laberinto. Por definición, un laberinto es un lugar formado artificiosamente por calles y encrucijadas, para confundir a quien se adentre en él, de modo que no pueda acertar con la salida. Es decir, no es casual ni circunstancial hallarnos en uno, existe intencionalidad en su existencia. Cuestionarse sobre quién o quiénes se benefician ante la existencia de un laberinto, permite desdoblar el análisis y encontrar claridad sobre las intencionalidades.
III. La practicidad de las soluciones. En la historia a la que hacemos referencia, es un hilo entregado al protagonista lo que le permite salir. No es un artefacto, ni una estrategia, ni un arma lo que permite el escape del laberinto. Un hilo que permita recorrer el camino andado es una muestra de sagacidad, audacia y confianza.
Hoy en día, los problemas públicos agobian la agenda pública. Generan discusiones y debate en torno a su solución. Muchos de ellos son imbricados, razón por la cual, todo intento de atención, lo complejiza y agudiza la confusión y extravío para su atención. Por ello, retornar a textos clásicos es una posibilidad para repensar y encontrar salidas en laberintos que, como sociedad, nos acotan y limitan en la gestión de problemáticas.
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