Bernardo J. Almaraz C.

Conversar para comunicar mejor

Racionalidad Limitada

En la cotidianeidad, solemos establecer nuestra comunicación como una acción rutinaria y en la que ponemos poca atención. Esto se debe, en muchos casos, a que perdemos de vista la importancia y el alcance que pueden tener las palabras.

En su libro “El Poder de las Palabras”, el neurocientífico argentino Mariano Sigman establece una serie de planteamientos derivados de los estudios más recientes sobre el efecto transformador que poseen las palabras que elegimos para describir nuestra realidad. Algunos hallazgos de este libro los comparto a continuación.

I. La capacidad cognitiva se fortalece con el diálogo. Cuando entablamos pláticas interesantes y profundas, obligamos a nuestro cerebro a alertarnos, a buscar desarrollar argumentos más sofisticados y a hacernos de más información para que podamos elaborar ideas y propuestas que permitan lograr los objetivos de persuadir o convencer a nuestros interlocutores.

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II. La creatividad y la innovación se detonan a partir de la imaginación. El cerebro funciona de manera flexible, es decir, conforme llevamos al límite argumentos e ideas que desarrollamos en nuestra imaginación, fortalecemos a nuestro cerebro y este amplía sus conexiones neuronales con lo cual éste se expande y construye nuevos espacios para la creatividad, de manera que se entra en un círculo virtuoso. Entre más imaginamos, más podemos crear, más ideas desarrollamos y ellos redundan en la creatividad que a su vez impacta en la innovación.

III. La comodidad no es sana para el cerebro. Nuestro cerebro es un órgano que está diseñado para afrontar retos y resolver encrucijadas. Si lo acostumbramos al mínimo esfuerzo, a ideas repetitivas y a ejercicios que no representen retos, el cerebro comienza a reducirse y a limitar sus interconexiones. Espacios de diálogo donde se pongan a prueba nuestras ideas es el mejor ejercicio para mantener nuestro cerebro en forma.

III. La adulación atrofia nuestra capacidad reflexiva. No hay peor tragedia colectiva por apostar por grupos de acción en el que se limite la interacción, los cuestionamientos y se lleven al límite los argumentos para probar su fiabilidad al encasillar en grupos que avalan irreflexivamente las ideas de alguno de los integrantes de la organización, la capacidad de innovación, de imaginar nuevos escenarios y de evaluar posibles riesgos es afectada considerablemente y eso abre las puertas al error consistente.

El libro de Sigman está lleno de elementos que hacen referencia a estudios e investigaciones sobre neurociencia. Traigo a colación la referencia que realiza el profesor de la Universidad de Toronto, Kang Lee, sobre el rol de las mentiras en el desarrollo cognitivo de las personas infantes. Este investigador afirma que mentir es parte fundamental del desarrollo mental. Esto es porque el mentir requiere un esfuerzo de imaginación importante, en el que se ensaya sobre la comprensión de las personas que nos rodean y vuelve conscientes a las personas de la existencia de sesgos y asimetrías de información.

Desconectemos el piloto automático de nuestras conversaciones cotidianas, eso sin duda ayudará a comunicar mejor, a ser más empáticos y, sobre todo, mantendrá a nuestro cerebro activo para desarrollar nuevas y mejores alternativas de solución a nuestra problemática cotidiana.

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