El comportamiento de los jóvenes últimamente carece de valores y de una falta de respeto absoluta hacia sus mayores, entiéndase a sus propios padres, personas de la tercera edad o incluso sus maestros.

Recientemente es más visible la agresión de los niños y adolescentes a los maestros, cuando los maestros tienen como única finalidad brindar sus conocimientos y experiencia para el aprendizaje de los estudiantes.

La revalorización de los maestros es algo en lo que se tendría que trabajar en el sistema educativo federal y estatal, aunque sé perfectamente que ese respeto se debe de enseñar desde cada uno de los hogares, sin embargo, es imperativo que las instancias educativas presten una mayor atención a lo que ocure, ya que estas faltas de respeto van desde agresiones verbales, desobediencia, o la falta de atención en clase, pero para cómo va la situación, esas son nimiedades, ya que últimamente vemos golpes e incluso amenazas con armas punzocortantes o pistolas, lo cual hace notar que esto se ha salido de control!

Algunos pensarán que exagero, pues las cifras de agresión a maestros son menores, pero si no se hace algo a tiempo, pronto puede ser un grito desesperado para apoyar a los maestros, de lo contrario tendremos un constante ambiente escolar negativo e incluso de vería afectado el rendimiento académico y la convivencia dentro del salón de clases.

¡Los maestros eran la máxima autoridad no solo en el salón de clases, sino en la comunidad! Y ahora muchos tienen miedo de contradecir o de corregir a los alumnos, porque incluso, muchos papás no les gusta que esto suceda, pero es crucial que las autoridades educativas asuman este reto y se aborde de manera integral, considerando las causas individuales, familiares y sociales del problema y promoviendo un ambiente de respeto y colaboración en toda la comunidad educativa.

Los alumnos no pueden ser superiores a los maestros, por ello es claro identificar el origen de la agresión, que por mencionar algunas, tenemos: Problemas Emocionales y Personales, Falta de Límites Claros, Influencia del Grupo, Falta de Motivación o Interés en el Aprendizaje, Modelos de Conducta Negativos, Problemas de Autoridad, Problemas de Comunicación, Reacción Ante la Disciplina, entre otros…

Esta violencia cada vez más común y frecuente entre alumnos, profesores, integrantes de las familias o de la comunidad, preocupa, pero esta problemática debe ser atendida de forma conjunta entre las familias, las escuelas, la sociedad y evidentemente la autoridad educativa.

Solo si reconocemos la labor docente como pilar del desarrollo social, podremos reconstruir el respeto perdido en las aulas; de lo contrario, no solo estaremos fallando a nuestros maestros, sino comprometiendo el futuro de generaciones enteras que crecerán sin referentes de autoridad, sin límites claros y, sobre todo, sin valores que los guíen.

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