Día tras día somos testigos de las grandes afectaciones que se viven en el mundo a consecuencia del cambio climático, uno de los mayores retos globales de nuestro tiempo.
A lo largo de los años, hemos visto variaciones en el clima de nuestro planeta, la Tierra, pero sin duda, una de las mayores afectaciones es el aumento de la temperatura media global, causado principalmente por la acumulación de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono, el metano y el óxido nitroso.
La principal fuente de estos gases es la actividad humana: la quema de combustibles para obtener energía, la deforestación y tala clandestina en aumento, la agricultura intensiva con químicos que aceleran el crecimiento de los alimentos afectando la capa de ozono y los suelos, y, por supuesto, la producción industrial masiva que contamina nuestro ambiente.
Desde la Revolución Industrial, la temperatura promedio del planeta ha aumentado aproximadamente 1.1 °C, generando consecuencias visibles y cada vez más graves, como huracanes más intensos, olas de calor prolongadas, lluvias torrenciales y sequías severas. También vemos el deshielo acelerado, que eleva el nivel del mar y amenaza ciudades costeras y ecosistemas, como sucedió recientemente en Rusia, donde un terremoto provocó un tsunami de hielo, poniendo en riesgo miles de vidas.
Vivimos con miedo no solo por los cambios en el clima, sino también por los riesgos a la salud: brotes de enfermedades que creíamos controladas y la propagación de otras, como el COVID-19, que cobró millones de vidas. Pero no somos los únicos que sufrimos: muchas especies animales no logran adaptarse a los cambios rápidos en su hábitat y están en peligro de extinción.
Nuestro planeta está enfermo, incluso agonizando; y la única especie con la cura somos nosotros. Es urgente implementar acciones radicales: transitar a energías renovables como la solar o la eólica, reforestar nuestros bosques y, sobre todo, educar para generar una verdadera conciencia ambiental.
No sé si podamos ver las consecuencias de no actuar o los beneficios de hacerlo, pero lo que sí sé es que el cambio climático no es un problema del futuro: está ocurriendo ahora y afecta a todas las regiones del planeta. Frenarlo requiere la cooperación de gobiernos, empresas y, sobre todo, de la ciudadanía. En nuestras manos está construir un mundo más sostenible para todos.
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