Alejandra Carrillo

Violencia política en México. ¿Hasta cuándo la indiferencia seguirá siendo cómplice?

TIEMPO DE LAS MUJERES

El pasado fin de semana en México se realizaron los festejos tradicionales de día de muertos, siendo ésta, quizá, la festividad más importante y emblemática de nuestro país. Su característica principal es poder recordar y honrar a quienes ya no están con nosotros en este mundo terrenal, colocando ofrendas y altares con la esperanza de que han de volver en espíritu y disfrutar de los alimentos. Esta festividad se encarga de ponerle color a la muerte, de reconfortar los corazones de quienes hemos perdido a un ser querido, pero también, en algunos hogares viene a recordar que, debido a la impunidad, a la injusticia y la inseguridad existente en nuestro país, fue arrebatada la vida a un familiar, amigo o amiga.

Es doloroso hablar, en estos días donde se celebra la llegada de los fieles difuntos, sobre las injusticias y diferentes tipos de violencias que han terminado con la vida de un sinnúmero de personas en nuestro país, tal es el caso de la violencia política, la cual es definida como el uso de la fuerza física o la intimidación con el fin de influir en el sistema político, y puede ser ejercida por individuos, grupos, organizaciones o gobiernos; manifestándose de diversas formas, como actos de terrorismo, represión estatal y violencia electoral. Cuando se ejerce este tipo de violencia es porque se busca modificar las estructuras de poder o imponer voluntades en el ámbito político.

La violencia política en México continúa siendo un cáncer que amenaza de manera constante la democracia de nuestro país y a pesar de su visibilización, el costo de participar en la vida pública, especialmente a nivel local o en ciertos grupos, es inaceptablemente alto porque este tipo de violencia no sólo se presenta durante las campañas electorales, sino se trata de un fenómeno que permea todo el ejercicio de gobierno.

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El rostro más aterrador que tiene este tipo de violencia es el asesinato de figuras políticas, donde se incluyen candidatas, candidatos, gobernantes, representantes y sus propias familias. De acuerdo con un reporte de Integralia, en el primer trimestre de 2025, la concentración de violencia a nivel municipal fue que el 81.7 por ciento de las víctimas se desempeñaban, habían ocupado o aspiraban a ocupar cargos en gobiernos municipales, poniendo en evidencia la fragilidad institucional en este nivel de gobierno.

El ejercicio de la violencia política tiene un impacto directo en la gobernanza porque puede paralizar la participación, también afecta la soberanía local porque cuando alcaldes o regidores son intimidados o asesinados, se socava la capacidad del Estado para actuar, cediendo el poder y control a grupos criminales o fácticos. Pero la violencia política no solo afecta a quienes participan ni a sus familiares, sino también al periodismo, pues esta violencia en ocasiones se extiende a quienes son líderes de opinión, silenciando la crítica, impidiendo la formación de una opinión pública informada, la cual es esencial dentro de un régimen democrático.

Finalmente, la violencia política debe verse como un problema de nivel nacional, no de un partido político y los actores políticos deberán contar con la moral de condenar todo tipo de violencia que se presente, sin ser selectivos, dejar de lado el oportunismo político, el cual, minimiza la tragedia y desvía la atención del problema estructural hacia una cuestión partidista.

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