La participación de las mujeres en la política no sólo se refiere a cumplir con una cuota moral, sino que refleja una necesidad democrática y una garantía de mejora de resultados para la sociedad. Aunque en los últimos años hemos presenciado hitos históricos como la elección de la primera presidenta de México, la primera Gobernadora del Estado de México y de la primera Rectora de la Universidad Autónoma del Estado de México, la representación de las mujeres continúa enfrentando complicaciones y un techo de cristal que aún es denso.

De acuerdo con ONU Mujeres, ningún país en el mundo ha logrado la igualdad de género y si continuamos manteniendo esta pasividad y resistencia, tardaremos más de 300 años para lograr la igualdad y 137 años para erradicar la pobreza, en erradicar la pobreza extrema de las mujeres a nivel global.

Las mujeres no nos cansaremos de hablar y reclamar la igualdad de género, y cada una desde nuestra trinchera lo hacemos fuerte y firmeza porque a pesar de los avances que existen en la representación política, en México por cada 3 mujeres que brindan cuidados, solo un hombre lo hace, debiéndose esto en parte a los roles de género que persisten, en donde las mujeres tienen en su mayoría la carga de cumplir con los cuidados y el hogar independientemente del desarrollo profesional, convirtiéndose la sobrecarga de trabajos de cuidados en los principales obstáculos para avanzar en la igualdad de género.

El avance en las leyes para garantizar paridad en la representación política forman parte del avance pero no son la solución total para alcanzar la igualdad, ya que las mujeres también deben ocupar cargos de relevancia política y de toma de decisiones, estar en aquellos espacios en donde se decide sobre la economía, hay cabildeo, negociación política, defensa y /o liderar una institución; porque las mujeres no sólo debemos estar en espacios donde se tratan temas de familia o culturales, merecemos y necesitamos estar en otras esferas.

Porque el liderazgo femenino se asocia con un enfoque diferente que desafía el estilo jerárquico y autoritario históricamente dominado por un sistema patriarcal. Los liderazgos de mujeres se han caracterizado por tener un mayor enfoque en la inclusión y la diversidad, por decisiones racionales y no impulsivas en donde se prioriza la confianza y el pensamiento a largo plazo; y la capacidad de concertación pues promueven el diálogo y la colaboración, incluso en ambientes polarizados.

El camino de las mujeres hacia la obtención de poder y de representación aún se encuentra plagado de obstáculos como la violencia política en razón de género que busca disuadir la participación femenina, manifestándose desde acoso en redes sociales hasta las amenazas físicas; por ello es indispensable que haya una transformación cultural profunda que elimine los estereotipos, sancione la violencia política y promueva la corresponsabilidad en la esfera privada.

La igualdad en la política no es un favor y necesitamos que nos deje de “parecer raro” ver a mujeres en el poder, dirigiendo instituciones y tomando decisiones de impacto social, necesitamos que sea la norma el ver cada vez más mujeres ocupando espacios dentro de la esfera pública, mujeres empoderadas dirigiendo las instituciones.

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