El 12 de junio de 2002 fue declarado, por la Organización Internacional del Trabajo, el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, con el objetivo de concientizar sobre la magnitud del problema del trabajo infantil a nivel mundial y movilizar esfuerzos para su erradicación, así como el promover acciones que garanticen el derecho de la niñez a una infancia digna, con educación de calidad y un futuro sin explotación.

El día internacional contra el trabajo infantil es una fecha que nos invita a reflexionar sobre la realidad persistente en México de los 3.7 millones de niñas, niños y adolescentes de 5 a 17 años en situación de trabajo infantil, de acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI) 2022.

Esta cifra representa la niñez que sigue siendo privada de su infancia, su educación y su futuro, obligados a trabajar en condiciones que atentan contra su dignidad y sus derechos fundamentales.

En México, aunque se han logrado avances en materia legislativa y programática, la problemática del trabajo infantil dista mucho de ser erradicada.

La pobreza, la desigualdad, la falta de oportunidades educativas y la informalidad económica son los factores que influyen para que esta situación se perpetúe, pues sigue siendo común ver infancias vendiendo en los cruceros viales, trabajando en el campo, en talleres clandestinos o incluso en situaciones de explotación más invisibles, pero no menos dañinas. Cada uno de ellos es una infancia robada, un potencial desperdiciado y una herida abierta en el tejido social.

La problemática del trabajo infantil es bastante grande y preocupante, de tal manera que como sociedad necesitamos exigir a las autoridades el fortalecimiento de políticas públicas de protección a la infancia y de combate a la pobreza, así como el denunciar situaciones de trabajo infantil.

También, como consumidores, tenemos la responsabilidad de informarnos sobre las cadenas de producción y apoyar a empresas que garanticen el respeto a los derechos laborales y la erradicación del trabajo infantil en sus procesos.

Pero más allá de la acción institucional y la presión social, el Día Mundial contra el Trabajo Infantil nos recuerda que la infancia es una etapa importante de juego, aprendizaje y desarrollo. Robarles esto a las infancias no solo es injusto, es un crimen contra la humanidad. Cada niño y niña que trabaja hoy es un adulto con menos oportunidades mañana, un ciclo de pobreza que se repite y una sociedad que se empobrece en su conjunto.

Erradicar el trabajo infantil no es solo una cuestión de justicia social, es una inversión en nuestro futuro colectivo. Un niño educado y protegido es un ciudadano productivo, un innovador, un agente de cambio. Porque las infancias merecen un mundo seguro en donde el trabajo sea para los adultos, y la infancia para el juego, el aprendizaje y los sueños.

No podemos permitir que el futuro de niñas y niños sea su fuerza de trabajo, sino que sean el motor de un futuro mejor.

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