El ámbito político comprende uno de los espacios de participación e integración para la toma de decisiones más importante, pero al mismo tiempo es en donde se ha hecho más evidente la desigualdad entre hombres y mujeres, pues los sistemas políticos han restringido por siglos a las mujeres su libre derecho para acceder y participar libremente en los procesos democráticos de manera igualitaria y plena a través de la implementación de estrategias que ponen límites para que las mujeres acedan a cargos de toma de decisiones que afectan a una colectividad, a cierto grupo de representados o a la sociedad en general en esos espacios públicos determinantes del ejercicio pleno del poder.

Los líderes, tanto políticos como morales, al interior del capital homosocial, entendido éste como el capital interpersonal, predominantemente accesible para otros hombres y más valioso cuando se construye entre hombres (Bjamegard 2013: 24), son variables que permiten o no postular a mujeres candidatas o que ocupen cargos para la toma de decisiones según sean los intereses regionales o locales. De tal manera que las mujeres están sujetas a las decisiones o intereses de los grupos de poder.

Estos grupos de poder se encuentran legitimados por una sociedad construida por hombres y por la militancia de cada uno de los partidos políticos, permitiéndoles

continuar y posicionar sus intereses, esto ha supuesto una desventaja clara para las mujeres porque para ser parte de estos grupos deben enfrentar otras circunstancias, tales como: reuniones no formales, dinámicas machistas arraigadas, distinción por género, etc; es decir, necesitan adaptarse y formar parte de una política construida por y para hombres.

Pese a todo lo anterior, las mujeres han ido ganando terreno en la esfera pública e incrementado sus índices de participación política, tal ha sido el caso del Estado de México en donde se ha dado un cambio importante en la conformación de su

gobierno, pues por primera vez en su historia tiene una Gobernadora y con ella un equipo conformado por 9 mujeres titulares de las Secretarías. El poder Legislativo Local, también por primera vez las mujeres representan la mayoría al sumar 38 Diputadas en los curules; sin embargo, la participación política va más allá de sólo conseguir representación en cargos de elección popular, requiere también que las mujeres estén en espacios clave para la toma de decisiones en materia de gobernación, justicia, desarrollo económico, electoral, fiscalización y por supuesto de igualdad de género.

Es de reconocerse que el Estado de México ha tenido un avance importante en la participación política de las mujeres y su representación en la esfera política pero aún hay mucho trabajo por hacer y más espacios que ganar para lograr un mayor empoderamiento de las mujeres mexiquenses dentro de la política, buscando que la frase “es tiempo de las mujeres” sea materializado y no solo parte de un discurso.

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